miércoles, 7 de marzo de 2012

La familia, beneficia al desarrollo económico

La familia pequeña vive mejor, sigue siendo una de las frase más escuchadas no sólo por el gobierno mexicano, sino por el resto de mundo. Ten pocos hijos y serás más feliz. ¿Pero que está pasando hoy en día con los países en las familias no tienen más de un hijo? El estado ha tenido que invertir fuertes cantidades de dinero para los adutos mayores, y muchos otros buscan aplicar la eutanasia por la carga que representan. Cada vez son más los ancianos que mueren de soledad y sin familia.
Un respetado economista mexicano, Enrique Quintana publicó hace unos meses la realidad de la familia mexicana. Aquí les dejo la noticia.

Las familias de hoy
Enrique Quintana
www.elnorte.com

¿Sabe usted cómo eran las familias mexicanas hace poco más de 30 años? Entre otras cosas, llenas de hijos.

Para ubicarlas, simplemente le recuerdo el siguiente dato. La tasa de fecundidad, medida como la cantidad promedio de hijos por cada mujer, entre los 15 y 49 años, era en 1976 de 5.7.

No hay datos precisos para la década de los 60 o anteriores, pero la evidencia empírica es que había muchos más hijos.

Este hecho gestó una realidad demográfica en las familias que se caracterizaba por una gran descendencia.

Quienes hoy tienen más de 30 ó 40 años provienen -en general- de familias mucho más numerosas que las que ellos han formado.

Y ese hecho marcaba una realidad del retiro y la vejez muy diferente a la que tenemos hoy y que no tendrá nada que ver con la de los siguientes 20 ó 30 años.

Independientemente de los sistemas de pensión públicos o privados, los padres ancianos o aun los abuelos contaron durante muchos años en México con el respaldo de los hijos o los nietos.

Fueran ricos, clase media o pobres, los adultos mayores vivían en casa de los descendientes o al menos contaban con el apoyo económico de éstos.

Fuera que los 6 o más hijos dividieran esfuerzos, o por la razón que fuera, alguno o algunos de ellos se hicieran cargo, los viejos tenían respaldo.

Por esa razón, el tema de las pensiones era poco relevante... además de que proporcionalmente a la población total había pocos retirados.

En este año, la tasa de fecundidad promedio es de 2 hijos por mujer a nivel nacional y en el DF es de 1.7. Esto significa que en la capital, sin la migración, no habría siquiera una tasa de reemplazo positiva de la población que actualmente es adulta.

Pero, al margen de ese dato, el hecho es que quienes hoy tienen -por ejemplo- 35 años, en el 2041, cuando lleguen a sus 65 años, probablemente tendrán sólo dos hijos y quizá dos o tres nietos.

Las posibilidades de que cuenten con una red familiar que los respalde en su vejez será mínima.

Dependerán de su capacidad de generación de ingresos, de su ahorro o de la pensión que reciban.

Todo parece indicar que tarde o temprano tendremos una pensión universal muy básica, que aporte un salario mínimo o poco menos a los adultos mayores.

También es probable que se tenga que crear una carga fiscal específica para soportar este ingreso.

El problema es que, al menos en las zonas urbanas, un salario mínimo simplemente no alcanza para vivir.

Alguien que hoy gana -por ejemplo- 20 mil pesos, aun si está en el IMSS y cumple con todos los requisitos para pensionarse, obtendría menos de la mitad de su último ingreso.

Y esa realidad que nada tiene que ver con la macroeconomía sino con nuestro bolsillo no se ha entendido entre la mayoría de la población mexicana.

No ahorramos ni nos preparamos para el retiro, con la esperanza de que al final algo va a ocurrir que nos saque de aprietos.

Lo que podemos garantizarle es que el Gobierno no va a hacer ese milagro, y en la mayor parte de los casos, los hijos tampoco lo van a hacer.

Más vale que nos decidamos y de una vez reconozcamos que la solución a este problema la tendremos que aportar nosotros mismos, con capacidad de trabajo renovada y con ahorro.
No hay de otra.

enrique.quintana@reforma.com
 

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