En cambio, se dice que los niños
que crecen en un hogar donde los padres les dedican tiempo, gozan de muchos
beneficios como mayor grado de confianza, buen nivel autoestima y seguridad,
mejores capacidades de interacción social, fortalecimiento de los vínculos
afectivos, asimilación de las normas, valores y principios para la vida. Se
apunta además que estos niños tienden a repetir su modelo de crianza, es
decir, a formar familias estables y armoniosas.
No hay duda que el acompañamiento
en la crianza es algo que nadie más puede proveerlo sino los padres, su labor
es insustituible y es definitiva en todas las etapas del crecimiento.
Partiendo entonces de esta aseveración, algunos sostienen que pasar poco
tiempo con los hijos pero de mucha calidad, nivela ese desbalance. Otros en
cambio, consideran que tanto la calidad como la cantidad son determinantes.
Para llegar a una respuesta basada en argumentos serios y certeros,
consultamos la opinión de varios expertos en temas de familia, quienes han
dedicado años de estudio a las problemáticas familiares y pueden dar una
respuesta acertada. He aquí sus anotaciones:
Ángela Marulanda,
“¿Hijos huérfanos de padres vivos?”
“No hay duda de que la inmensa
mayoría de los padres aman intensamente a sus hijos. ¿Pero por qué se dice
que cada vez hay más hijos huérfanos de padres vivos? Algo que ha minado
mucho el amor que se les da a los hijos ha sido el creer que la calidad de
nuestra dedicación es lo único importante. Pero calidad sin cantidad no
sirve.
Parece que en nuestra loca carrera
por estirar el tiempo, finalmente logramos hacer todo… menos vivir, si por
ello entendemos compartir, jugar, reír, conversar, gozar… amar. Por andar
ocupados en que nada les falte a los hijos, los padres no les damos más sino
menos, menos sosiego, presencia, comprensión, menos de todo lo que precisan
para crecer tranquilos”.
*Sicóloga, educadora familiar,
escritora y consultora en temas relacionados con la formación de los hijos.
Margarita María Echeverry, “El
vacío por la falta de presencia activa”
“Al entrar a evaluar la teoría de
que en la crianza de los hijos es suficiente dedicarles poco tiempo siempre y
cuando este sea de muy buena calidad, se encuentra que ya no parece tan
segura dicha teoría, pues la mayoría de los muchachos que han experimentado y
vivido la ausencia de sus padres presentan un balance que no es satisfactorio
en relación con su felicidad y desarrollo.
El trabajo exagerado, justificado
en el sentido de la responsabilidad, termina siendo una excusa para no vivir
asuntos importantes de la vida de los hijos, y aunque tanto el padre como la
madre expresan permanentemente cuanto los quieren, los niños, niñas y
adolescentes sienten el vacío dejado por la falta de presencia activa.
De igual manera, para utilizar
eficientemente el tiempo y poder desempeñar a cabalidad sus múltiples roles,
los padres se ven abocados a manejar su tiempo en casa con una programación
estricta que no admite cambiar rutinas y que obliga a los hijos a ajustarse a
horarios rígidos, retrasándoles o arriesgando hasta el cumplimiento de las
necesidades básicas tales como sueño, descanso, juego…”
*Psicóloga y educadora, Grupo de
Puericultura de la Universidad de Antioquia – Colombia.
Tomás Melendo, “No puede haber calidad donde no hay cantidad”
“No puede haber calidad donde no
hay cantidad. La calidad se logra con el tiempo, no se tiene de entrada. Cada
persona es única y no puedes descubrir lo que ella necesita si no le dedicas
tiempo. La calidad no es genérica sino que es propia de cada hijo y hay que
descubrir lo que él necesita y para eso necesitas dedicarle tiempo.”
*Catedrático de Filosofía, Director
de los Estudios Universitarios en Ciencias para la Familia – Universidad de
Málaga.
Jorge y Norah Zuloaga, “La trampa
de creer que sólo la calidad es importante”
“Dedicar a los hijos tiempo de
calidad se ha convertido en una propuesta de la que se habla tan
frecuentemente y con tanta insistencia, que muchas personas han caído en la
trampa de creer que sólo la calidad es importante y, por ello, le restan
importancia a la cantidad. ¡Claro que la calidad es importante! Sin embargo,
en la mayoría de los casos, es imposible lograr calidad si no se parte de una
cantidad de tiempo adecuada. Los dos parámetros son importantes: cantidad y
calidad. Por lo mismo, es indispensable encontrar esos lapsos de contacto
-que no sean demasiado pequeños- y hacer lo necesario para que dichos tiempos
sean realmente de calidad.”
*Jorge Zuloaga Chávez es sicólogo y
su esposa Norah es licenciada en educación y consultora familiar.
Así pues los hijos necesitan tiempo
por parte de sus padres, tanto en calidad como en cantidad. Pero qué hacer
cuando ambos cónyuges trabajan de tiempo completo.
Estar presentes
en cuerpo y alma
Estas apreciaciones invitan a
pensar en que los hijos necesitan bastantes dosis de presencia de los padres,
pero no basta con su cuerpo, se necesita también su alma, su disposición de
escucharlos, amarlos, disfrutarlos. Los hijos necesitan padres tranquilos,
pacientes, dispuestos a pasar un rato divertido, a compartir en familia, a
hacer de la convivencia una experiencia amorosa y agradable. “Si el tiempo
que dedicas a tus hijos sólo alcanza para darles órdenes, suplicarles,
corregirlos y apurarlos o sólo prestas atención cuando gritan, lloran o hacen
alguna travesura, ese tiempo, aunque sea mucho, no es de calidad.” añade
Ángela Marulanda.
Este acompañamiento a los hijos no
tiene por qué abolir los proyectos personales de los padres, es cuestión de
acomodarlos a las disponibilidades de tiempo y lograr un equilibrio entre los
diferentes espacios, pero sin olvidarse que la permanencia con los hijos debe
ocupar el primer lugar en la lista de prioridades. Es clave hacerles saber
que son amados y demostrárselos con hechos, algunas sugerencias:
- Aprovechar
al máximo el tiempo con los hijos, si bien es importante darles
lecciones de vida, ayudarles asumir las normas, etc. es fundamental
también desarrollar una relación cercana y amorosa, donde por un momento
la cantaleta y los regaños queden a un lado.
- Establecer
un momento del día exclusivo para cada hijo, en especial cuando son
varios a los que hay que atender, se ha de impartir una educación
personalizada.
- Delegar
tareas en otras personas para poder destinar ese tiempo en los hijos.
- Aprender
a decir “no” ante tantos compromisos que se presentan en la vida, el
tiempo para los hijos no debe ser negociable.
- El
juego es una actividad necesaria para el desarrollo cognitivo y afectivo
del niño, por eso los padres deben propiciar espacios para acompañarles
en estas actividades lúdicas.
Algunas veces conviene salirse de un poco de la rutina que tenemos
durante la semana y hacer actividades divertidas en familia. Estos ratos son
tan placenteros tanto para los hijos como para los padres.
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